domingo, 26 de febrero de 2012

Por esos días que ya desde un principio sabes que serán buenos

En ocasiones, nos ocurre que nos despertamos, y aun estando en la cama, todavía disfrutando del placer del descanso, ya sabes que te espera un buen día y te dispones a afrontarlo todo con buen humor y poniendo empeño en todo lo que haces. Días que se ven reforzados con cosas sencillas pero importantes como el hecho de que, al levantar la persiana, el día sea soleado, con alguna pequeña nube y que los pájaros que anidan en los árboles cercanos estén cantando.

Ya en acción notas en todo lo que haces el empeño con el que te predispones a afrontar las tareas que te esperan por hacer. Puede que un día normal no te apeteciera hacerlas o inclusive protestarías y buscarías otra alternativa, pero que sin embargo, hoy estás dispuesto a hacer, y a hacerlo bien. Notas que vas a tener tiempo para acatar todo lo que debes hacer y todo lo que quieres hacer, trabajar y disfrutar. Ya desde que te despiertas y te pones en acción sabes que va a ser un gran día, pero lo que es mejor, sabes que puede mejorar según avancen las horas y eso te anima a vivir tu día.

Y es por esto que aunque unos días sean malos, todo lo veas desde un punto de vista pesimista, días en los que no tienes ganas de hacer nada salvo llorar o darle vueltas a las cosas que te quitan el sueño, sabes que otros días te ocurrirá todo lo contrario. Y porque esos días, en los que estas peor, alguien estará ahí para tratar de animarte, para compartir tu carga, los días en los que te sientes tan lleno de vitalidad y alegría sientes que debes transmitírselo a todo el mundo, estar con esas personas que hacen que tu vida merezca la pena y, si alguno está en un mal momento, ayudarle en todo lo que puedas e incluso en lo que no puedes.



Por todo ello dedico esta entrada a ciertas personas en las que sé que puedo confiar y que estarían dispuestas a darlo todo por que yo esté bien. Va por vosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario